Este viaje supuso un antes y un después para mi. Resultó ser un viaje hacia mi interior en un espejo tan natural como lo es Guatemala. Fue una gran sorpresa, nunca lo habría elegido como destino, pero aluciné con el lago de Atitlán, Flores y las ruinas mayas de Tikal, y el súper hotel en Monterrico enfrente del Pacífico. Es algo que solo se puede explicar viviendo. Guatemala me enseñó a ver el mundo con otro color y la guinda del pastel fue viajar con Annita. Esa sensación de cuando eres niño y percibes que algo grande va a ocurrir, pero no tienes miedo porque sabes que nada malo pasará… ¡así viví este viaje!
